Tápate los oidos, fuerte, fuerte, fuerte, más fuerte todavía...


martes, 23 de noviembre de 2010

cuidado, que pincha...


A pesar de ahorrarle un tiempo precioso, prefería seguir insistiéndole con las pupilas que se acercase y se quisieran, aunque fuera solo un poco, y por muy poco tiempo.

Un punto del campo visual jodidamente exacto se había desviado del periódico ajeno, sólo por una fracción de segundo, al propio ajeno en sí.

La fortaleza mental le estaba fallando, y todos los planes que llevaba elaborando tanto tiempo se le parecían ir de las manos.

Una descarga de unos 8.000 voltios de pensamientos le dejó K.O. por un segundo, la llave de las esposas que unía sus retinas se la había tragado, y no parecía querer vomitarla nunca.

La presion que le cargaba encima aumentaba de litro en litro, hasta el punto de verle con el agua al cuello, porque estaba empezando a descubirlo, y sus ojos cambiaron de color al rojo.

Al mismo rojo que su corazón.

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