
-Claro que no!
-No me refiero a virginidad de cuerpo, sino de pensamiento. Cuando piensas en arrancarte los dientes para que el ratón fantasma te deje una moneda bajo la almohada, cuando miras las tormentas con miedo, y cuando la montaña rusa te pone el estómago en la cabeza. Es esa que sólo puede romperse una vez, esa que te pueden romper una vez, o que incluso puedes dejar que te rompan, que te haga tener vergüenza en el estómago y que se te vaya la sangre de la puntas de los dedos, y que te deje fríos los pies en las noches que pasas sin dormir. Pero, ¿sábes?, como a veces pasa, muchos intentos no cuentan, pero después pasará que sí que cuentan,
contigo.
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