Tápate los oidos, fuerte, fuerte, fuerte, más fuerte todavía...


domingo, 10 de abril de 2011

Punto (y coma).


Un funambulista sin cuerda, y puede que tambíen sin paraguas. Veinte centrímetros de repisa de una ventana en un piso muy alto. Una araña con veneno mortal, o tal vez un escorpión, o una serpiente. Las piernas temblando de un soldado, los gritos de un niño hacia un globo de helio que viaja al sol o marcas de derrape en la autovía.

Podría valerle cualquer cosa con tal de no perder la noción del tiempo, con tal de esperar a las preocupaciones y a las contradicciones, con tal de incluso "no" saber, nada. Con tal de verse dando vueltas en el sentido de las agujas del reloj, aunque lo que le habría venido bien en realidad era darlas al revés (pero aun no se había dado cuenta).

A veces incluso pensaba en venderle su alma a cualquier diablo de barrio, con tal de poder volar como con cualquier droga, olvidar como con cualquier bebida o vivir, como con cualquier vida, ¿no?

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