Tápate los oidos, fuerte, fuerte, fuerte, más fuerte todavía...


lunes, 29 de noviembre de 2010

Con razón.


No creo que sea necesario colocar vasos en la pared para espiar lo que te dicen mis silencios, ni creo necesarias las preguntas que me haces con tus resoplidos de nariz, porque sabes de sobra que no voy a soltar (mis) prendas.

Puede que al final me desnudes un poco con sólo morderte el labio, pero eso será si yo te dejo, aunque a sabiendas de que al fin y al cabo acabarás haciendo lo que te dé la gana, o lo que siempre haces: dejar mis argumentos patas arriba (y mis no-argumentos).

Deduzco por tus ojos que sigues queriendo echarme un polvo, pero un polvo pica-pica, porque no evitarás lo inevitable de que con el tiempo puedas volverme del revés, y te deje de escribir co(n)-razón.

Pero aun así seguirás intentándolo, y acabaras buceando en mi memoria, salpicando sinsentidos y respirando historias de final infinito.

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