
Tus palabras son las que más alto vuelan del mundo. Yo las soplo, pero tú las empujas mucho más fuerte. Y tus aviones llegan mucho más lejos que nadie, y cargan con mucho más peso que nadie, y me cargan a mí mejor que a nadie.
Tu orgullo, que es mi favorito, siempre te va a decir que no. Y yo siempre voy a darle la razón. Tu metro y medio de hierro es más alto que el metro y medio de paja que ve el resto del mundo en el ojo ajeno, y si tu rabia me inspira a enfadarme, tu amor me inspira a follarte.
Y tú me inspiras a tí.
Y tú me hueles a tí.
Cuando se trata de tí, sí. Soy un tirano. Te miro y me envuelves, y tus gestos me sonríen, y mis venas se contraen y tus pensamientos se anudan con los míos.
Pero sólo estoy yo. Pendiente, dependiente, interdependiente.
Constante.
Joder, he perdido la cuenta de cuantas veces me he leído este texto en este blog y en el de http://pensamientocartesiano.blogspot.com, (pasen, pasen y vean), y te juro que no me canso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que voy a leerlo una vez más.